18 mayo 2020
Siempre digo que una de las grandes cosas que inventaron los Fenicios fue su innegable vocación y arte por y para, el comercio. Sin ganas de ir más lejos sobre el asunto diré que gracias a ellos, los Fenicios, se inventaron los comercios y con ellos la cola de la «verdulería» sin la cual mi vida no sería, lógicamente, la misma. En la cola haces amigos, hay tertulia sobre lo difícil que es la supervivencia en esta crisis que arruina a nuestros hijos y con ello pone puntiagudos todos los pelos de nuestro cuerpo y, además, salen siempre temazos de actualidad sobre inverosímiles dolores de huesos, musculares, uñas de los pies, dedos, codos y alguna otra intimidad tan frecuente de contar y explicar, en la gente de edad terciaria.
Ciertamente, hay placeres que, a cierta edad, no siempre tienen que ver con la sensualidad, la política, el fútbol o la minifalda de la niña de la cofia, no, son solo cosas intangibles, cosas raras, como leer un libro, reírse con el vecino de la tertulia de los viernes la nuit o, simplemente, con que un niñito te diga: Avi, te quiero.
Lo cierto, amiga Úrsula, es que a mi lo que me gusta es fotografiar lo que veo con palabras y darle el color que me interesa, color azul para un futuro lleno de felicidad y cualquier otro siempre que el fin sea el mismo.
La vida misma.
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Al comenzar a leer pensé que se trataba de una disertación sobre la historia del pueblo fenicio … no, no es verdad, sé que no es tu estilo.
Lo que sí es cierto es que al poco estaba ya sonriendo con esas interesantes colas de la ‘verdulería’, tertulias interesantes sin duda.
La vida misma, Enrique …
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