
05 marzo 2021
-Seguramente me tendré que volver a hacerme Cristiano practicante, en otro caso no se como podremos soportar este aislamiento con que la cruel COVID-19 nos deja sin poder ver, ni abrazar a nietos, hijos y amigos. Ir al rosario de las ocho es una necesidad que se está convirtiendo en pócima vital. Allí podré rezar como DM.
-Y me fui a las ocho a mi Rosario de las ocho, a mi Misa de nueve y, luego, a mi tertulia con mi Párroco, Doña Virtudes y las lindas y muy soportables viudas de mis caprichos veniales de las mañanas de un un mundo irreal.. Hubo pastas, mistela y café, hasta el chico que le da a la campanilla para eso de sentarse o ponerse de pie durante la misa, se trajo un pedazo de coca amb tonyna que me dejó como si me hubiera tomado un litro de agua de mar. ¡XD! qué sed me entró.
-Ah, hablamos de política, pero en plan “lai” y es que donde hay mujeres, todo es una delicia. Políticamente puede que haya dos, pero España, sí, solo hay una, la que tenemos y debiéramos tener siempre… mujeres al poder..
-La capitana del Rosario y que también lee parte del Evangelio en la Misa de las nueve, se apartó unos segundos atendiendo una llamada de teléfono. Volvió hecha un mar de lágrimas, no puede evitarlo, le abrí mis brazos y allá se vino toda ella y su pena … y sus lágrimas … y su rimel. La mascarilla quedó para cambiarla y la capitana, muy afectada, pues su pena era que le acababan de comunicar que su gata Felisa había muerto atropellada por un autobús, en la misma Avenida de Cataluña. Al final, tras dos o tres tensos cortos minutos de apreturas veniales, nos separamos y fue el cura el que me cogió del brazo y me dijo: “Enrique, eres un buen hombre, pero te pasas de afectuoso”. Lo entendí enseguida, al confesionario de cabeza.
-Luego, el cura acompañó a la capitana a su velorio, y yo me fui al Ateneo a llorar la pena vivida y a sosegar mi sed, pues tenía ganas de beberme una fuente. La dichosa coca del niño de la campanilla casi me mata.