Foto escenificada de un lechero durante el Blitz, 9 de octubre de 1940
30 octubre 2019
Me cuenta un gran amigo, el mejor que yo conozco para mi, que …
«Llega un momento, en tus perversos sueños, en que crees que mañana será, irreversiblemente, un mundo horrible y que, por tanto, lo mejor será no hacerle caso a las sensibilidades que no me dejan dormir y que una vez y por tanto, conviene irse preparando para terminar por muy poco deseable que ello me parezca. Mejor vivir hasta aquí, bien, aún con miles de taras emocionales que no alcanzo a comprender, salvo que ello sea, como no, una penitencia en vida por mis pecados que nunca han sido perdonados por quien más quiero en esta no arrepentida vida que viví y que aún, a ráfagas muy cortas, vivo. Ahora que mi emocionalidad y mi movilidad es, aún, soportable, quizás debiera pactar con el diablo para dejar de existir y al menos en mi condición actual, aún válido y escasamente dependiente, poder lúcidamente pedirlo.»
Estaba leyendo a Benedetti, como no: «Te espero cuando la noche se haga día, suspiros de esperanzas ya perdidas. No creo que vengas, lo sé»