10 noviembre 2020
-Juan ya ha empezado a escribir en un blog y se siente preocupado pues tras seis meses de hacerlo no tiene apenas visitas. Le dije que no se preocupara, que eso, según contaba siempre Juan Benet, era buena señal, ya que la calidad de la literatura de un escritor es inversamente proporcional al número de sus lectores. Trasladado al mundo del arte o del espectáculo, no hay más que fijarse en los programas de televisión de mayor éxito para darse cuenta de la veracidad de la frase de Benet – le he dicho a Juan con cara seria y sin la menor mueca pues me miraba con cara de si estaba yo de cachondeo.
-Hablándose tanto, ayer, sobre la vacuna anticovid y su pronta distribución a finales de año, desde el mundo entero, mediático, social y económico, esta noche tuve un sueño atroz: Soñaba que la vacuna era mujer, que se acercaba a mi para trasladarme su antídoto y que yo me dejaba. Un extraño sueño… ¿Verdad?
-Illa como es gafe, nos estropeó la noticia. Si lo dice él, creo que … será para San Juan.
-Por último y como ya empieza a pesar en nuestro ánimo este confinamiento, terror o abandono de ánimo, que todos llevamos encima, especialmente los que tenemos menos años por delante que por detrás, he decidido ponerme a bailar algo que sea movido, pulcro y elegantemente bailable y para ello, además de hacerlo con mi inseparable silla de ruedas del despacho, he escogido esta extraordinaria danza extraída de una preciosa película:
Esas pequeñas cosas 