06 noviembre 2016
“La presión de los medios, la carga genética, la ya muy marcada sensación metafísica de las obedientes neuronas pensantes y una importante falta de soplo en el pulmón de la notoriedad, obligan al guerrero a sentarse a un lado del camino para dejar que el tiempo agote su propia necesidad de hacerse notar …
… necesaria y cruelmente, es así, somos pecado y solo nuestros pensamientos nos hacen presentir un «queo» que nos mantiene alertas ante la inminente realidad de la estocástica …
… es eso que te hace sentarte ahí, ver pasar el tiempo … y a ellos … y a todos … descansar en vida, descansar en felicidad … vivir para sentir … sentirlos, sentirme, sentirla.”
Escribí no hace mucho esta proclama en la página del Facebook de un buen pseudonimado amigo y allí sigue … y yo, después de leerla una y mil veces, y muy detalladamente esta misma noche, sigo sin entender de lo que yo mismo quise exculparme … o esculpirme … o escaparme. No importa que no lo sepas – me dice mi compañero de copas de hoy – a nadie le va a importar. Bien, entonces sigamos querido amigo, nada de que preocuparse.