Como se lo explicaría yo a ese niño | Las Cosas de Enrique #etarrago

Imicialmente publicado, dada la precariedad de la hora, en: Como se lo explicaría yo a ese niño | Las Cosas de Enrique #etarrago

 

 

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01 febrero 2017

Pedro encaró la sesión de los cafés del día con un amargo sabor a Anís de la madrugada: Mi hijo, sí, ese que os pone la bicicleta enganchada a la barandilla de la estrecha escalera de acceso al garaje, es uno de ellos, sí de esos ciclistas que se salta los semáforos, que va por las aceras y luego se apunta a cualquier manifestación antisistema al grito de … «Por los derechos de todos, por un nuevo orden, por el poder del pueblo, abajo la oligarquía, abajo el sistema». Y yo no puedo dejar de explicarle y preguntarle: ¿De qué te puedes quedar tú? … pero no lo hago porque solo supe darle lo que yo nunca tuve y ese ha sido mi pecado».

Jacinto, ese Encargado de Obras que vino en el 78, desde el Barrio de Llefiá de su poco añorada Badalona, para hacer unas obras para Undicasa en las puertas de El Campello playero más popular, está que muerde pues ni siquiera le han mandado la cartita de la Ministra de Trabajo anunciándole la miserable subida de su pensión, también miserable pues su empresa nunca le cotizó por lo que cobraba.

Lo importante de la madrugada de hoy sucedió, como siempre sucede, (en el fin de fiesta más inesperado y feliz), cuando Jaume, ese viejo carpintero artesano de Alcoy, que siempre anda reparando, (silenciosa y voluntariamente),  alguna de las viejas y elegantes sillas de la cafetería del Ateneo, (aunque no haga «ni puta falta» – sic – según dice nuestra admirada Loli), nos dice, con cara de contar algo muy trascendente, que su nieto le contó anoche un chisme o adivinanza que no le hizo gracia alguna, pero él – sin que lo podamos remnediar – nos lo cuenta: 


«Abuelo ¿Sabes quien son los primeros en ir al cielo en nuestra casa? … «


, cortó su retórica con unas entrecortadas palabras que no pudimos entender, aunque las imaginamos. Jaume se sentó, se puso a llorar de modo silencioso, pero La Loli, nuestra Loli, (esa casi sesentona de bello andar y aún mas bello cuerpo esculpido al amparo de su inmejorable alma de profesión de barista psicóloga),  se acercó a él y subiéndose su estrecha falda tubo por encima de la rodilla, se puso en cuclillas a su lado, le cogió las manos y con tono suave , aunque decidido y enérgico, le dijo: «Jaume, mírame … no llores, tú estás hecho un chaval, tu nieto te quiere, tu hija te quiere, no dejes que la ingenua realidad que pueda dibujar un niño te afecte … venga, dame un beso» … y el tío, (el Jaume), que parecía estarse muriendo de pena, apartó de sí su enorme cara de muerto viviente en pena, la cogió a ella, (a la Loli), por los hombros, la atrajo hasta sí, con una fuerza que casi la tumba, y le estampó un morrazo tan espectacular que hasta la misma Loli, cuando la liberó, gritó …

¡¡¡ Uaaaauuuu, Jaume, ese es mi chico !!! 

… los demás, (babeando de pura envidia), nos pusimos a gritar cantando el clásico … «La Loli, la Loli, la Loli es cojonuda, como la Loli no hay ninguna».

Lo que sucedió luego, después del alirón, no se puede contar, pura orgiástica emocional de unas viejas y olvidadas almas que viven su momento del día cual si fuera el último de su vida … son gente extraordinaria, gente olvidada del mundo, gente que fue y que hoy ya no es nada para casi nadie, gente entrañable, gente profunda que tiene mucho por contar pero que nadie quiere oír … gente extraordinaria, sí, son mis amigos, lo mejor de cada casa, aunque en la suya no lo sepan.

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