
Barcelona vella
30 noviembre 2015
Me senté en busca de mi café de madrugada en uno de los clásicos del barrio antiguo, donde hacen el mejor café con arrugas del mundo. Sin darme cuenta apareció a mi lado un misterioso y anciano personaje, elegante, sobrio, cabeza alta, con sombrero de ala ancha, un elegante abrigo Schneider sobre el body y una preciosa bufanda en cuello. Todo ello le daba un porte admirado, admirable y tremendamente atractivo. Le saludé y me empezó a contar que a él le gustaba ser libre, aplicar a su futuro sus propias decisiones y que nada, ni nadie podía decirle ni el qué, ni el cuándo de los pasajes venideros de su vida. Me estaba hablando del inusitado interés de todo el mundo de su entorno marcándole en qué debía ocupar su vida, en dictarle su dieta y hasta en qué debía emplear su tiempo … pero de pronto apareció frente a mi uno de esos galenos del ayer cercano que, con cara de sorpresa, me preguntó sobre lo que yo hacia en esos lares tan lejanos de mi civilización marina y al yo contestarle que estaba, simplemente, dejando pasar el tiempo hablando con un nuevo e interesante amigo, él me preguntó: ¿Qué amigo? Me volví, con intención de mostrarle a mi nuevo amigo y con cierta preocupación me di cuenta de que … allí no había nadie.
No sé, aunque lo quisiera olvidar, quien dijo aquello de que «los sueños sueños son» … y en eso estoy … en saberlo y en olvidarlo … pero aún no he decidido qué ni por qué saber donde está o en quien vive, ese viejo galán de porte admirable.
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¿Por qué quieres olvidarlo? ¿Tal vez porque te identificas con ese «amigo invisible»? O tal vez no …no sé . Yo imagino, te imagino con ese porte caballeroso, elegante, con traje o abrigo «loden » austriaco, con el mar por paisaje cercano, con esos aires de libertad y esas ganas de comerse el mundo…
Al final miramos atrás y no vemos a nadie. Es cierto que nos volvemos invisibles. Doy fe. Buena tarde.
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Hola, ecdm, ando algo retrasado en mis apetencias y lecturas blogueras pues tengo mucho trabajo atrasado reparando el motor en varias de sus partes esenciales. Discúlpame.
El invisible, no he querido entrar a saber quien es o que representa, pero desde luego era y es, creo, un tipo estupendo. En cuanto a la invisibilidad te diré que un buen examigo, Alcalde cuando se retiró hace ya algunos años, tuvo una vez un cargo de Gobernador provincial en otra era y cuando dejó el cargo me dijo un buen día comiendo en un bar de La Explanada … «Enrique, ¿me he vuelto invisible? – Juro que jamás volveré a serlo» … y nunca más lo fue, pues se metió a Alcalde durante más de 20 años y ahora, aún en la vía muerta, sigue en el candelero, claro que ahora ya no es por nada tan agradable … tiene varias imputaciones y en ello está, entreteniéndose con sus abogados en qué hacer. Ser invisible, a veces, es un honor … yo también doy fe.
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No pasa nada. Mi «motor» también anda de vez en cuando en la ITV, pero nada que no sea reparable, de momento. Venía bien de fábrica este no lo trucó la Volswagen. Y no te preocupes de los acuses de recibo, sabiendo que estás y permaneces…suficiente. Buena noche.
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Gracias por tu comprensión y por tus ánimos, ecdm.
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«Converso con el hombre que siempre va conmigo…», escribió el poeta.
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«mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía»
Un abrazo, madame
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